III
Bien apresada por los senos,
ninfa,
no te ibas, no,
no te ibas. ¡Suéltame!
No te ibas, gacela.
Cogida desde atrás,
lindos pechos pequeños
que yo aprisionaba, uno en cada mano
y ella intentando soltarse
y yo tirando hacia mí
hasta que su cuello caía en mi hombro.
Cuello atrás, boca entreabierta
en la que yo bebía
hirsuto de barbas yo,
delicada paloma ella,
cuello rendido de bacante abierta.
No sabía, que estabas aquí, no sé nada de ti ni de Carmen….sois los desaparecidos..-..